Donde nace la Monastrell

Jumilla se ha convertido en una de las Denominaciones de Origen más antiguas de España, con reglamentación desde 1966. Desde principios del siglo XX funciona la Estación Enológica (hoy Laboratorio Regional Agrario y Bodega Experimental) que actualmente colabora con el Consejo Regulador.

La región de Jumilla, situada en el sureste español, tiene siglos de tradición en la producción de vinos de calidad. La fama de sus elaboraciones se remonta a la época de la ‘Hispania’ romana, y el sector vivió un especial impulso a finales del siglo XIX, cuando la zona parecía inmune a la plaga de filoxera que asolaba viñedos en toda Europa. Todo ello a pesar de no contar con lo que se ha dado en llamar ‘climatología ideal’ para el cultivo de la vid.

Las temperaturas son excesivamente altas para muchas variedades; y las lluvias, además de escasas, se distribuyen de forma bastante irregular a lo largo del año. Pero esos en principio desfavorables factores no son capaces de frenar el desarrollo vitivinícola de esta región. El secreto está en la variedad Monastrell. Uva autóctona y muy bien adaptada a las condiciones locales, la variedad es la base de los vinos de la Denominación de Origen Jumilla, y representa el 85% de la superficie cultivada (32.000 hectáreas en total, distribuidas entre las provincias de Albacete y Murcia).

Esta denominación de origen prácticamente se ha reinventado a sí misma en la última década, después de la invasión por filoxera que devastó los viñedos a finales de los años 80 y redujo la producción en un 60%. Vinicultores y bodegueros no se rindieron ante el problema, sino más bien al contrario. Optaron por poner manos a la obra, replantando cepas y aprovechando la oportunidad para experimentar con nuevos métodos de elaboración. Al mismo tiempo, se renovaban los medios técnicos en las bodegas. El resultado, a día de hoy, se puede apreciar en los cinco tipos de vino amparados por Jumilla: tintos, rosados, blancos, dulces y de licor.

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